lunes, 22 de agosto de 2011

Historias de China (III)

Nuestra cena
Aquella noche debíamos encontrar un sitio para cenar. No nos fue en absoluto dificil ya que los restaurantes locales abundan en los barrios. Pero claro, del mismo modo que abundan, también nos hacía preguntarnos cual era el más idoneo para iniciarnos. Elegimos uno de los que encontramos por el camino y nos aventuramos a ver su carta. Para nuestra sorpresa allí no vimos ni rastro de los Rollitos de primavera, famosos y típicos en España pero no allí. La carta venía en chino, claro. No estaba en inglés porque el barrio no era muy transitado por occidentales y probablemente no lo veían necesario. Al menos, lo que si vimos que era común allí era adjuntar fotos de presentación de los platos en la carta de menú, con lo cuál nos podíamos hacer una idea (o no) de lo que ibamos a pedir.

El restaurante lo llevaba una familia china. Padres, hermanos, todos colaboraban allí... Uno de ellos, muy joven, fue el que nos hizo de traductor. Al parecer estaba también en la escuela por lo que sabía algo de inglés. Incluso él mismo nos aconsejó. En posteriores días también regresamos aquí por el buen trato recibido. Nos dijo su nombre pero soy incapaz de recordarlo ahora.

Cenamos ternera y algo de verdura... a la que le echaron picante a rabiar. Algo parecido a guindilla (les encanta cocinar con ella) o ajo. Como no teníamos claro (aún) como pedir la comida sin picante pedimos algo de pan. Al final el chaval nos entendió y pudimos salir de allí por nuestro pié. No está de más decir que el agua de Beijing no es potable por lo que luego asaltamos una tienda que había enfrente del hotel y compramos varias botellas para digerir ese picante...

Otras curiosidades sobre la cocina en China es que no llegamos a encontrar una carta de postres como tal y al intentar hacernos con algo dulce probamos lo que parecía un postre. Una especie de bollo que nos gustó bastante, pero ellos no lo comen como postre sino durante la comida. Otro plato típico de aquí es el pato laqueado o también llamado pato pekinés. Días más tarde lo probaríamos aquí. Muy rico.

Al final, nos marchamos al hotel a dormir en nuestras comodísimas camas chinas (como descubrimos aquella noche y no, no es ironía, ¡resulta que es cierto!). Mañana sería otro día.

6 comentarios:

  1. Bueno, al menos en la cena os fue bien. Me pasa a mí lo del picante y no me conformo con varias botellas, necesitaría un pozo entero para mí sola. Un beso, Gustavo.

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  2. Gracias Clementine, a ver si le doy "brío" a los post de China que con esto de las vacaciones me he retrasado. Encantados, como siempre, de tenerte por aquí. Un beso!

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  3. Me has abierto el apetito....Y es horrible porque es tarde y estoy a dieta. NOOOO :D

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  4. Jajaja, hola Maya, que haces a estas horas levantada! La verdad es que la comida de allí no tiene nada que ver con la de los "chinos" de aquí. Comimos un cordero exquisito, no hacia falta cubiertos para comerlo, se desmigaba solo. Una delicia y unos cuantos platos más... te sigue dando hambre?

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  5. Con un poco de retraso pero ya estoy por aquí otra vez.

    Supongo que los "restaurantes chinos" adaptan un poco su comida a los gustos españoles para tener más clientela y por eso aquí hay rollitos de primavera y la comida no es tan picante pero allí ya ves, picante a rabiar!!! jeje, yo tampoco podría y necesitaría mucha, mucha agua :D

    Sobre la "carta de postres" me parece que aquí tampoco hay ya que los postres que suelen poner son bastante occidentales (flanes, helados, etc.) y esos bollos dulces que comentas son un complemento para la comida. Si que son curiosos estos chinos... aunque supongo que ellos pensarán lo mismo de nosotros ;D

    ¿Se duerme bien en las camas chinas? cuenta cuenta

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  6. Pues la verdad que sí se dormía bien. Es una cama dura como ella sola pero cuando "te acostumbras" pues está todo hecho. La verdad que tuvimos suerte en la ubicación de la habitación en el hotel porque como ibamos a estar bastantes días pues el hotel debía ser baratito... por lo que había de todo alojado allí. Excursionistas, turistas chinos que mantenían su puerta abierta de par en par mientras veían la tele a todo volumen, etc...

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